20.07.2018
Para curiosos
¿Lo eres? Entonces esto… te va a interesar. Querer conocer de dónde venimos es algo natural, porque nuestra genética y nuestro pasado familiar influyen a veces de modo increíble en cómo somos. “¡Es tan testarudo como la abuela Sabina!”. “Fíjate, se pone la visera de lado, como hacía el abuelo Bittor con la boina”. “¿A quién habrá salido esta hija tan aventurera?”. ¿Y si esa hija intrépida tuvo un antepasado arrantzale que a principios del siglo XVII embarcó en Ondarroa para irse a pescar ballenas hasta Terranova? El pasado contiene muchas historias que ayudan a entender y descifrar las claves del presente. Historias ocultas entre las páginas apergaminadas de tomos que descansan en los estantes de diversos archivos. Historias que nos esperan entre las líneas de documentos digitalizados. Y a nosotros… nos encanta ir a por ellas!
Nuestro equipo de historiadores saben dónde y cómo buscar. Y encuentran. Lo que hay, eso sí. Porque el pasado está escrito y no se puede modificar. No a todo el mundo le hace gracia saber que tuvo un antepasado militar que dio un golpe de Estado hace siglo y medio… O sí. Hay quien se queda fascinado al saber que doce generaciones más atrás su familia está emparentada con una casa nobiliaria, o con un lehendakari, o con una saga de artistas. Quizá tus ancestros fueron hijodalgos, gozaron de tratamiento de señores y se libraron de pagar impuestos. O los abonaron religiosamente, porque eran labradores que vivían de la tierra.
Tendemos a pensar que el pasado de nuestra familia fue corriente y anodino, sin figuras brillantes ni personajes célebres, sin grandes dramas de exilio o historias de emigración épicas. Y muchas veces nos equivocamos. El pasado está escrito, sí, pero hay muchas maneras de narrarlo.