03.05.2019
Guerras entre familias
¿Recordáis a los Colby? ¿Y a los Channing? En Euskalherria también tuvimos nuestras grandes sagas familiares que protagonizaron episodios de luchas intestinas y venganzas en la oscura noche del Medievo. Aquí los roles protagonistas se repartían entre los Gamboa y los Oñaz, los dos linajes que pelearon a muerte para mantener sus posesiones, su estatus social, su buen nombre y su honor. Ambas familias lideraron los dos bandos históricos en estos enfrentamientos, los gamboínos y los oñacinos. Con los primeros fueron otros apellidos ilustres, los Guevara, Balada, Olaso, Abendaño, Salazar, los vitorianos Ayala y los Leguizamón bilbaínos. En el segundo bando se alinearon los Mendoza, Lazcano, Mújica, Butrón, Unzueta, los gasteiztarras Calleja y los Zurbarán de Bilbao.
Las guerras de bandos, o guerras banderizas, estallaron en la segunda mitad del siglo XIV y se prolongaron durante casi cien años disputándose en diversos escenarios urbanos y rurales. No se libró ningún territorio. Quienes vivían en las actuales Bizkaia, Gipuzkoa y Araba presenciaron, participaron o perdieron la vida en batallas sangrientas, incendios de casas torre y quemas de campos. En Bilbao, por ejemplo, fueron reiterados y cruentos los enfrentamientos entre dos grandes familias, los Zurbarán y los Leguizamón. En este caso para conseguir el poder municipal, en el de los jauntxos, los grandes señores rurales, para proteger sus feudos.
¿Cuál fue el origen de estas guerras entre nobles? Una combinación de circunstancias. Entre ellas la onda expansiva de la Primera Guerra Civil castellana que enfrentó a dos hermanos, Pedro I El Cruel y Enrique II, quien terminó venciendo, matando a su hermano e instaurando la dinastía de la Casa de Trastámara en Castilla. Los tres años de conflicto bélico con apoyos internacionales desestabilizaron la región y la integración del Señorío de Vizcaya en el Reino de Castilla en 1379 no supuso más que echar leña al fuego.
El derramamiento de sangre, la violencia y las muertes no cesaron hasta 1457, cuando las hermandades -germen de las actuales diputaciones- surgidas de la unión de las villas para defenderse de los nobles se levantaron contra los dos bandos, gamboínos y oñacinos. Los expulsaron de Guipúzcoa y desmocharon las torres de sus propiedades.
La fuente de la que beben historiadores y curiosos para conocer este capítulo de nuestra historia es Las Bienandanzas e Fortunas, publicado por Lope García de Salazar en 1471.