Shangai, la puerta de Asia

Rascacielos, 24 millones de personas en constante hormigueo y contaminación. Para quienes no la conocen, esto es lo que tiene Shangai, la ciudad más poblada de China y una de las más populosas del mundo. Además de edificios antiquísimos, tradiciones, una cocina interesante y un músculo económico motor del país sustentado en compañías internacionales que han deslocalizado sus centros de producción. Algunas de ellas han modificado las costumbres y su día a día a unas decenas de vascos, profesionales a los que sus empresas han destinado en los últimos años a esta capital de la costa oriental china. Como la distancia entre origen y destino, unas 17 horas de avión, es importante, quienes han sentido la necesidad social de tejer comunidad con sus coetáneos abrieron allá por 2005 la primera Euskal Etxea de Asia. Además de aprender a decir “Ni hao” y descifrar los códigos de una cultura muy diferente a esta, han tenido que descubrir los vericuetos por los que conseguir que la administración del país reconociera la entidad del centro cultural. Desde entonces han ocurrido muchas cosas que han ido solidificando la microsociedad creada en torno a la Euskal Etxea. Se han sucedido campeonatos de mus, celebraciones en directo de Tamborradas, Sanfermines, Maritxu Kajoiak, visitas ilusionantes para quienes sienten sus colores como la de los jugadores de la Real Sociedad en 2015 y se han producido intercambios gastronómicos y culturales de ida y vuelta. Entre estos parece que ocupan un lugar importante las tortillas de patata de Ayi, que tras hacerse con la receta se convirtió en su cocinera oficial los domingos. Diluirse entre la población local con el espíritu permeable de una esponja y tratar de hacerse con sus costumbres, rituales y direcciones secretas es probablemente una de las mejores experiencias que nos brindan las estancias en otros países. Mantener el vínculo con lo propio cuando se eche en falta, lo que ofrecen Euskal Etxeak como la de Shangai.