La sal de la vida

Fue la primera piedra que un ser humano podía ingerir sin riesgo de muerte o de serios problemas intestinales, allá por la Prehistoria. Después un ingrediente imprescindible y, por tanto, muy preciado, para conservar alimentos, cuando los refrigeradores no existían ni en los sueños de los inventores más creativos. Y hoy, un condimento que bien empleado alegra los platos y potencia los sabores en su infinidad de variedades. El oro blanco ha sido tan importante a lo largo de la historia que ha llegado a provocar guerras entre pueblos y protagonizar cuentos populares. De su relevancia siguen hablando los impresionantes salares que sobreviven en diversas regiones del mundo. Auténticos desiertos blancos.

Argentina, a 4.000 metros de altura

Creadas después de que se evaporaran las aguas que habían manado de un volcán, las Salinas Grandes ocupan más de 6.000 km. cuadrados al norte de Argentina, en la provincia de Jujuy. Los reflejos que emite esta impresionante lámina blanca y brillante podrían apreciarse prácticamente desde la Estación Espacial Internacional. Con una profundidad de unos 30 cm. que permite caminar sobre ellas sin riesgo, ofrecen un silencio deslumbrante y un crujido característico bajo los pasos de quien se acerca a conocer el tercer salar más grande de Sudamérica.

 

El Valle Sagrado de los Incas

Entre los motivos por los que sigue embrujando al viajero, su espectacular entorno natural, pueblos indígenas, restos arqueológicos… este espacio encajado en los Andes peruanos cuenta también con un paisaje fascinante, las Salineras de Maras. Cerca de cinco mil pequeñas piscinas que van sucediéndose como escalones de agua en la ladera de la montaña donde fueron excavadas. Una imagen de otro planeta. El río que fluye junto a este cerro se encarga de alimentar unas pequeñas pozas que se gestionan de modo comunal. La intensidad del sol en esta latitud es la que provoca la evaporación del agua y hace que se formen los cristales de sal gruesa que después de unas semanas serán extraídos.

Siete mil años de vida

Los vascos que a lo largo de los últimos dos siglos han podido conocer estos espectaculares entornos en su emigración a Sudamérica también contaban con un yacimiento de importancia en su tierra de origen. El Valle Salado de Añana ocupa un lugar muy representativo en la historia mundial de este mineral. Los manantiales de salmuera que riegan este paraje alavés generaron en su entorno un asentamiento humano que se dedicado a explotarlos desde hace siete milenios. Tras conocer diversos sistemas de explotación la actividad hoy sigue viva. La producción actual se basa en exponer la salmuera a la acción del sol y el viento en pequeñas piscinas hasta conseguir la cristalización de la sal. En la Prehistoria ollas de cerámica con salmuera se calentaban sobre el fuego hasta que desaparecía el agua y la sal se solidificaba con la forma de la olla, que era necesario romper para extraerla. Este procedimiento se ha podido rastrear gracias a los residuos arqueológicos de cenizas, fragmentos cerámicos y huellas del fuego localizados en este yacimiento. La FAO, la organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura, ha reconocido Añana como un Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial.